BALNEARIO DE
SANTA ELENA
El antiguo balneario de Santa Elena
guarda un gran secreto. Este hotel situado en el embalse de Buendía cerca de la
ciudad romana de Ercávica guarda celoso un misterio. Las aguas situadas en esta
zona poseían fama ya que siempre se había creído en sus propiedades curativas desde la antigüedad. Por esto, se propuso la construcción de un Hotel-balneario para las
dolencias de la clase alta española. En las instalaciones del balneario, se contaba
con servicios como: piscina interior, tratamientos de barros, masajes con
aceites de la zona, restaurantes y tenía 30 habitaciones dobles para poder alojar a 60
personas.
Su construcción se finalizó a comienzos
del s. XX y muchos lugareños que pasaban por aquellos lares comentaban que, por
las noches, en la tranquilidad y la calma de madrugada; se escuchaba la voz de
lamento de una mujer. Se contaba, que incluso una mujer-espectro aparecía cubierta
de una sábana blanca hecha harapos.
La historia real nos cuenta que un
precioso día de Todos los Santos, un matrimonio comenzaba sus vacaciones en el
Balneario. Cipriano y Serafina , su esposa (en la imagen), iban a pasar
unos días de descanso al balneario para poder alejarse de la capital madrileña y recuperarse
ella de sus dolencias en la espalda. La fama de estas aguas era ya de sobra conocida por la sociedad madrileña y por ello, decidieron emprender el viaje hasta la localidad conquense. Su
visita coincidía, además, con la presencia en aquella zona de un amigo de la
juventud de Cipriano, su amigo Amable (en la imagen en traje de
baño, junto a Cipriano). Ambos habían crecido en uno de los colegios diocesanos
más importantes de Cuenca, donde habían compartido de niños juegos, risas y
confidencias. Serafina apenas conocía algo sobre la juventud de su esposo, únicamente
que había sido el primer hijo de una familia importante de Guadalajara amigos
de su padre, y que acordaron el matrimonio. Con el tiempo ella había conseguido
respetar a su marido y a quererle, pero le daba la sensación que guardaba un
secreto receloso de ser revelado.
A la llegada del matrimonio a
recepción, les atendió muy cortésmente Luis, el recepcionista, mientras les
daba la bienvenida al Balneario el directo el Sr. Marcial Del Solar (perteneciente a otra familia
de alta alcurnia que hacía fortuna a través de negocios de hotelería y restaurantes
en la zona).
Serafina marchaba a la
habitación dispuesta a cambiarse en traje de baño y recibir el primer masaje de
su tratamiento, mientras su esposo tomaba café con su antiguo amigo de la
infancia, Amable, en la cafetería del Balneario. Ella sólo sabía de Amable, a
parte de que eran amigos de la juventud; que practicaban el nado y competición
de remo en la zona de Buendía muchos veranos en su tierna adolescencia.
Serafina se relajaba en su
masaje tumbada en la camilla; mientras la masajista, Leocadia le aplicaba sobre
su piel el aceite de rosas relajante. Leocadia (en la imagen)
llevaba trabajando en el Balneario más de diez años y conocía cantidad de
clientes habituales que pasaban por allí sus vacaciones.
Era buena masajista, aunque la
privacidad no era una de sus calidades más destacables, y de pronto comenzó a
hablar por su boca sin que Serafina pudiera comentar nada al respecto. La
masajista susurraba que los dos hombres que tomaban café en la cafetería; eran
dos verdaderos golfos, debido a sus correrías de jóvenes por la zona. Incluso
uno de ellos se decía que, a su primera mujer, la había hecho desaparecer en el
embalse donde nadie pudiera encontrarla jamás. Se llegó a comentar por algunas
zonas de la provincia, incluso, que ellos dos eran amantes y que por las noches
se dedicaban a verse en la zona de los pinares y a realizar fechorías ebrios de
alcohol.
Serafina se quedó estupefacta ante tal confesión y dudo en hablar para comentar que uno de esos era su marido, pero por vergüenza, decidió guardar silencio. Se vistió y se fue a su habitación llorando desconsoladamente. Durante el camino hacia su habitación se cruzó con dos hombres, que apenas la miraron, pero ella no pudo dejar de fijarse en la oscuridad de su mirada. Sus ropajes llenos de suciedad y sus formas de hablar le hicieron darse cuenta que no eran clientes del hotel ni tampoco trabajadores del balneario. En la zona se les conocía como los hermanos Beltrán, o los “Beltranejos” (en la imagen), delincuentes de poca monta de robos y hurtos.
Cuando Serafina llegó a su habitación la encontró de forma muy desordenada y su marido, Cipriano, no se encontraba en ella. La policía acudió a la habitación y no encontró apenas pistas sobre la ausencia de Cipriano. En la cafetería ya no estaba y según varios trabajadores el marido de Serafina volvió a su habitación. Se oyeron una discusión entre varias personas pero que apenas duró 5 minutos. Había restos de sangre cerca de una ventana que daba al embalse. Se pensó que pudo caer Cipriano al agua tras ser golpeado o estar malherido.
¿Pero quién hizo algo así?
¿Por qué?
ACTIVIDAD 1. Anota en tu
cuaderno todas las pistas que creas que puedas encontrar en el texto, personajes y todo
lo que te parezca curioso para resolver el caso. Recuerda que es un caso sin
resolver y los sospechosos ya no están vivos, pero próximamente podrás leer sus
declaraciones a la policía. Comparte todas tus pistas en clase con el resto de compañeros.
Vaya pájaro Cipriano
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