Nadie podría presagiar esta horrible y triste situación. Cruel por la enfermedad, para aquellos que la sufren y se marcharon; y para aquellos que convivimos con las restricciones alejándonos de las personas que más queremos. Un abrazo, un beso y una caricia resultan caros y difíciles de realizarlos sin pensar en el riesgo. Comenzó el trimestre, las aulas se volvieron a llenar sin muy bien que hacer, ni como iba a resultar. Este virus me privó de lo que más me gusta hacer en el mundo, que es poder impartir docencia el curso pasado. En este año, el temor del día a día ha sido superior a pensar en lo que podemos hacer en clase o aprender, algo que no debería ser nunca así. Pero a pesar de las dificultades y de muchas situaciones complicadas, tengo que reconocer que he aprendido mucho.
He aprendido MUCHO del resto de mis compañeros, cada uno en su tarea, pero que siempre llegan al centro con ganas, ilusión y valentía. La valentía de gente que le gusta su trabajo y se vacía en todo lo que hace. Donde a pesar de que algunos días la sonrisa no acompañe, la sacan por todos los alumnos. Esta claro que cuando entras al Colegio, el apelativo de "especial", le viene como anillo al dedo. Hay que ser muy especial y muy auténtico para entregar tanto. Con ellos aprendo diariamente en esta bonita historia idílica desde hace cuatro años que aterricé en este centro.
Pero sobre todo, he aprendido y aprendo de mis alumnos. Ellos sin pensar en el miedo, llegan al centro dispuestos a aprender y pasar un buen rato. A mejorar cada día y a decirme con sus ojos que la palabra rendición no entra en su vocabulario. Por ellos, a veces me pregunto quién es el profesor y quién el aprendiz. Si hacerse mayor es perder inocencia y comenzar a temer, creo que voy a volver a ser niño con ellos. Pero si que puedo decir que pase lo que pase y dure lo que dure, lucharé por ellos y por mi trabajo hasta que no me queden fuerzas.
Deseo que todos ellos, pasen unas bonitas navidades lo más "normales" posibles. Me acuerdo de todos los alumnos que cumplieron años y se graduaron o simplemente se marcharon del centro a otros lugares; y sólo puedo decir que gracias por darme lecciones todos los días. A las familias que disfruten el regalo que tienen en casa y aprendan cada día lo bellos que son. Cuando parezca que no hay luz al final del túnel, ellos son los que nos hacen brillar.
MIS MEJORES DESEOS PARA TODOS DE ESTE HUMILDE "APRENDIZ DOCENTE"
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!